A continuación reproducimos el artículo de Juan José Millás que apareció publicado en El País el pasado 27 de abril.
Desde que los ministros de Rajoy, en especial Montoro y Ana Mato,
decidieron explicar didácticamente los porqués de la demolición del
Estado, entendemos las cosas mucho mejor. He aquí un resumen, claro como
el agua, de sus argumentos:
Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal.
Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables.
Se pone precio a la sanidad para que continúe siendo gratuita y se expulsa de ella a determinados colectivos para que siga siendo universal.
Se liquidan las leyes laborales para salvaguardar los derechos de los trabajadores y se penaliza al jubilado y al enfermo para proteger a los colectivos más vulnerables.
En cuanto a
la educación, ponemos las tasas universitarias por las nubes para
defender la igualdad de oportunidades y estimulamos su privatización
para que continúe siendo pública.
No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola.
Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca.
No es todo, ya que al objeto de mantener el orden público amnistiamos a los delincuentes grandes, ofrecemos salidas fiscales a los defraudadores ambiciosos y metemos cuatro años en la cárcel al que rompa una farola.
Todo este programa reformador de gran calado no puede ponerse en marcha sin mentir, de modo que mentimos, sí, pero al modo de los novelistas: para que la verdad resplandezca.
Dentro de esta lógica implacable, huimos de los
periodistas para dar la cara y convocamos ruedas de prensa sin turno de
preguntas para responder a todo. Nadie que tenga un poco de buena
voluntad pondrá en duda por tanto que hemos autorizado la subida del gas
y de la luz a fin de que resulten más baratos y que obedecemos sin
rechistar a Merkel para no perder soberanía. A no tardar mucho, quizá
dispongamos que los aviones salgan con más retraso para que lleguen
puntuales.
Convencidos de que el derecho a la información es sagrado en
toda democracia que se precie, vamos a tomar RTVE al asalto para
mantener la pluralidad informativa. A nadie extrañe que para garantizar
la libertad, tengamos que suprimir las libertades.